¡Acostémonos!
Sólo en una noche aprenderás a amar, sólo en una a sonreír.
En una noche como pocas, como ninguna, como sólo ésta.
En un parpadear nocturno te darás cuenta que todo ha cambiado, que nadie estuvo allí porque simplemente no está. En lo ilusorio de la penumbra serás espectro, serás alma, serás paz.
No hay ruido, no hay distractores, no hay público, no hay luz.
En lo más profundo del vientre volverás a yacer, volverás a depender y yacerás cuantas veces más lo exiga tu frío y tu agonía.
La calidez de tus pupilas será vencida por la humedad de tus párpados, y de ello, no habrá reparo alguno.
Al evocar, la calma se arrugará junto con tus pasiones, y serás una vez más un animal sediento de selva, de salvajismo y de guerra.
Y el recuerdo más sutil y efímero de tu quietud se abrumará como la niebla, quien reposa en el cielo, lejos, junto a la luna, sólo para darte una noche más.
La secreción de la somnolienta mirada, arrumada e indefensa en tus lagrimales, será desechada como la pasión de tu sueño etéreo.
En una noche como pocas, como ninguna, como sólo ésta.
En un parpadear nocturno te darás cuenta que todo ha cambiado, que nadie estuvo allí porque simplemente no está. En lo ilusorio de la penumbra serás espectro, serás alma, serás paz.
No hay ruido, no hay distractores, no hay público, no hay luz.
En lo más profundo del vientre volverás a yacer, volverás a depender y yacerás cuantas veces más lo exiga tu frío y tu agonía.
La calidez de tus pupilas será vencida por la humedad de tus párpados, y de ello, no habrá reparo alguno.
Al evocar, la calma se arrugará junto con tus pasiones, y serás una vez más un animal sediento de selva, de salvajismo y de guerra.
Y el recuerdo más sutil y efímero de tu quietud se abrumará como la niebla, quien reposa en el cielo, lejos, junto a la luna, sólo para darte una noche más.
La secreción de la somnolienta mirada, arrumada e indefensa en tus lagrimales, será desechada como la pasión de tu sueño etéreo.